En hotelería, la mayoría de los proyectos se construyen con planos, no con datos. Se eligen materiales, acabados y nombres sin entender quién se hospedará allí ni por qué. El resultado es un edificio bonito que no conecta con nadie. Conocer al público objetivo no es un lujo de marketing: es una necesidad operativa y financiera.
Sin público, no hay producto
Un hotel no se diseña para todos. Cada tipo de viajero busca algo distinto: el ejecutivo valora la rapidez y el silencio; el turista extranjero, la autenticidad y la seguridad; el viajero joven, la atmósfera y la conexión. Cuando se intenta complacer a todos, se termina decepcionando a todos. La rentabilidad comienza cuando se define exactamente a quién se quiere atraer.
Sin público, no hay producto
Un hotel no se diseña para todos. Cada tipo de viajero busca algo distinto: el ejecutivo valora la rapidez y el silencio; el turista extranjero, la autenticidad y la seguridad; el viajero joven, la atmósfera y la conexión. Cuando se intenta complacer a todos, se termina decepcionando a todos. La rentabilidad comienza cuando se define exactamente a quién se quiere atraer.
El error de construir sin información
Muchos desarrolladores y arquitectos se apoyan en su intuición o gusto personal. Pero el mercado turístico es un ecosistema complejo. Las tarifas, la ocupación y el tipo de huésped dependen de la ubicación, del perfil del viajero y de la competencia inmediata. Sin datos concretos, cada decisión desde el tamaño de la habitación hasta el diseño del lobby se vuelve una apuesta.
La falsa creencia que decorar es diseñar
Un hotel bien decorado no necesariamente vende más. El diseño es estrategia y responde al comportamiento del huésped, no al gusto del dueño. Un huésped que viaja por trabajo no necesita lo mismo que un turista que viaja en pareja, aunque puedan usar los mismos espacios, su motivación para reservar no es la misma. Cuando el diseño ignora al usuario, se pierde el sentido comercial del espacio.
El público define la tarifa basado en lo que ve
El mercado no paga por metros cuadrados, paga por experiencia. Definir al huésped ideal permite crear un concepto que ayude a establecer una tarifa coherente con lo que ofrece el hotel. Cuando se diseña sin tener claro el mercado ni la expectativa del huésped, predecir la tarifa proyectada se vuelve imposible, lo que hace inviable realizar proyecciones financieras ajustadas que permitan calcular el retorno posible de un hotel en construcción.
Investigar es más rentable que corregir
Investigar y tener una estrategia clara antes de construir, hace menos riesgosa la inversión hotelera. Un buen estudio de nicho permite ajustar la escala del proyecto, prever la demanda y diseñar una marca coherente con la operación. Es más fácil cambiar un concepto sobre el papel que remodelar un edificio que no se llena.
He visto demasiados proyectos que se diseñan porque alguien simplemente le pareció hacer un hotel, no porque exista una demanda real, un hueco en el mercado o una data relevante que soportara una buena oportunidad. Al final eso se nota.
Cuando empezamos a trabajar en cada proyecto, lo primero que hacemos es entender el mercado y la competencia para encontrar al huésped desatendido. Quién es, qué busca, qué teme, cuánto paga y qué lo emociona. Solo así se puede construir algo que funcione.
En hotelería, la estética sin estrategia es solo decoración. Lo que realmente hace rentable a un hotel es la claridad: saber exactamente para quién se está diseñando.

